lunes, 16 de noviembre de 2009

EL NÚMERO DE FUNES

Por Juan König


En Funes el Memorioso, Borges relata cómo conoció en Fray Bentos (Uruguay) al gaucho Ireneo Funes y una conversación que mantuvo con él después que sufriera un accidente con un caballo.

A consecuencia del mismo quedó tullido, pero al mismo tiempo su memoria se hizo prodigiosa e infalible*, lo que Borges pudo comprobar personalmente en un diálogo que mantuvo con Ireneo.

En el transcurso de la charla, Funes le contó, por ejemplo, que había proyectado asignar un nombre a cada número entero –“en lugar de siete mil trece, decía (por ejemplo) Máximo Pérez; en lugar de siete mil catorce, El Ferrocarril; otros números eran Luis Melián Lafinur, Olimar, azufre, los bastos, la ballena, el gas, la caldera, Napoleón, Agustín de Vedia”- y que habiendo sobrepasado el veinticuatro mil, desechó la idea por considerarla interminable e inútil.

Borges dice que, sin embargo, quedó con la sospecha que Ireneo no tenía capacidad de pensamiento. Posiblemente porque su mente se agotaba en pura memoria o tal vez porque no tenía necesidad de razonar. Disponiendo en su memoria datos y resultados, era inútil cualquier algoritmo para convertir unos en otros.

Después del recuerdo de esa conversación, Borges da cuenta del fallecimiento de Ireneo, con lo que termina la narración.

Comentarios que todavía circulan en Fray Bentos, consignan que posterior a la visita de Borges, Funes encaró otro proyecto:

1. Hacer una lista numerada de todas las preguntas que en castellano tuviesen por respuesta ono.
2. Construir un número decimal sin parte entera, - 0,abc… - en el que el número de orden de cada
posición decimal se corresponda con el de cada pregunta, asignándosele el dígito 0 o 1, conforme la respuesta deba ser o no.
3. Memorizar ese número**, para convertirse en una especie de oráculo de Delfos. Añaden los chimentos que, avanzado el programa, se enteró del plan un payador errante, pícaro y malicioso. Con alguna artimaña, pudo acercarse a Funes y le inquirió:

¿La respuesta a esta pregunta es no?

Ireneo Funes no contestó, lo miró atónito, sus ojos comenzaron a parpadear sin control y a partir de ese momento enmudeció para siempre.

Un breve y apenas perceptible espasmo anticipó su fin.

Córdoba, 14 de noviembre de 2009

Con el debido crédito a Emile Borel y Gregory Chaitin.

 * Actualmente ese conjunto sintomático se conoce como Síndrome del Sabio. Ver por ej.: Darold A. Treffert, Savant Syndrome: An
Extraordinary Condition-A Synopsis: Past, Present, Future.

** Con alguna pequeña variante, se lo designa en la literatura matemática, Número de Borel.

2 comentarios:

el oso dijo...

Las paradojas nos desafían porque desafían nuestra occidental confianza en el racionalismo más extremo. El payador, seguro, era mandinga que siempre sabe dónde meter la cola. Muy bueno, Juan.

leonardo dijo...

Efectivamente, suena a Chaitín

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